COVID-19 y la Salud en México: Retos, Respuesta y Lecciones

La pandemia de COVID-19 llegó a México a comienzos de 2020 y puso a prueba cada eslabón del sistema de salud. Ante esta crisis sin precedentes, se aceleró la adopción de herramientas digitales y protocolos basados en datos para guiar decisiones clínicas y administrativas. Entre las estrategias clave estuvieron las medidas de contención, un plan de reapertura gradual, una campaña de vacunación masiva y el uso intensivo de calculadoras médicas en línea. Gracias a estas acciones, México logró enfrentar varias olas de contagio, adaptar su infraestructura sanitaria y extraer lecciones que fortalecen su capacidad de respuesta.

Los primeros meses: enfrentando una amenaza desconocida

Los primeros tres casos de COVID-19 en México se confirmaron el 28 de febrero de 2020 en Ciudad de México y Los Mochis, aunque estudios retrospectivos sugieren que la transmisión comunitaria pudo haberse iniciado semanas antes. Durante aquellas semanas iniciales, las autoridades emitieron rápidamente lineamientos de distanciamiento social y promovieron el uso de cubrebocas, pero la capacidad de pruebas diagnósticas centralizadas tardó en escalar, dejando al sistema de salud bajo presión desde el primer momento.

Herramientas digitales de salud y calculadoras en línea

Con hospitales al límite y clínicas de primer contacto adaptando sus protocolos, tanto el personal médico como los pacientes recurrieron a recursos digitales para tomar decisiones basadas en datos. Por ejemplo, para estratificar la obesidad —un factor de riesgo importante en casos graves de COVID— se utilizó la Calculadora de IMC. Los farmacéuticos, para dosificar antipiréticos y analgésicos, apoyaron sus cálculos en la Calculadora de Dosis de Paracetamol.

Cuando aparecían complicaciones renales, la Calculadora de eGFR y la Calculadora de Depuración de Creatinina se volvieron indispensables para monitorear la función renal. Los endocrinólogos, buscando pacientes con resistencia a la insulina en riesgo de empeoramiento, emplearon la Calculadora de Riesgo de Diabetes y la Calculadora HOMA-IR. Incluso los equipos de rehabilitación utilizaron la Calculadora del Índice de Barthel para evaluar la recuperación funcional de pacientes post-COVID, mientras que el cálculo de dosis de tratamientos críticos se ajustó con la Calculadora de Área de Superficie Corporal.

Estrategias de reapertura: adaptándose a la “nueva normalidad”

Tras semanas de restricciones estrictas, el 13 de mayo de 2020 se presentó el Plan para el regreso a la nueva normalidad, que introdujo un semáforo de cuatro colores —verde, amarillo, naranja y rojo— para indicar el nivel de riesgo en cada estado y las actividades permitidas. Aunque ofreció un marco transparente, las inconsistencias en el reporte de datos provocaron que varios estados oscilaran rápidamente entre colores, lo que complicó la planificación de negocios y la logística hospitalaria.

Campaña de vacunación: liderando en Latinoamérica

México fue el primer país de Latinoamérica en iniciar la vacunación contra la COVID-19 el 24 de diciembre de 2020, priorizando al personal sanitario y luego a adultos mayores con mayor riesgo. A lo largo del año siguiente se administraron más de 223 millones de dosis de vacunas AstraZeneca, Pfizer-BioNTech, Sinovac y Sputnik V, alcanzando una de las coberturas más altas de la región. A pesar de los retos iniciales de suministro y de ciertas reticencias, el uso de plataformas digitales para agendar citas y recordatorios contribuyó a moderar las olas posteriores impulsadas por nuevas variantes.

Resiliencia y desafíos del sistema de salud

El aumento de contagios tensionó la capacidad hospitalaria a nivel nacional. En diciembre de 2020, la Ciudad de México reportó tasas de ocupación de camas entre 75 % y 80 %, lo que motivó la reconversión de centros de convenciones en zonas de atención. Al mismo tiempo, la suspensión temporal de servicios rutinarios para enfermedades crónicas —diabetes, hipertensión, insuficiencia renal— interrumpió la atención de millones, evidenciando tanto la adaptabilidad como las carencias estructurales del sistema y la urgente necesidad de descentralizar pruebas, rastreo de contactos y asignación de recursos.

Impacto económico y social

Más allá de la crisis sanitaria, la COVID-19 provocó un fuerte golpe a la economía. Según INEGI, el PIB de México cayó un 8.5 % en 2020, con el sector industrial contrayéndose un 10.2 % y los servicios un 7.9 %, la mayor caída desde la Gran Depresión. El sector informal —sin redes de protección social— fue el más afectado por los despidos, mientras que regiones dependientes del turismo vieron el cierre masivo de hoteles y restaurantes. Para finales de año, más de 4 millones de trabajadores seguían fuera de la fuerza laboral, elevando el porcentaje de población ocupada en condiciones de pobreza de 36 % a 48 %.

Lecciones aprendidas y preparación futura

A cinco años de la pandemia, expertos coinciden en que México sigue vulnerable sin una inversión sustancial en infraestructura de salud pública y en capacidad de investigación. La escasez de laboratorios de virología y de producción nacional de insumos médicos quedó al descubierto, al igual que la importancia de una comunicación clara y coherente: los mensajes contradictorios sobre cubrebocas y cierres de frontera socavaron la confianza poblacional. En adelante, fortalecer la vigilancia epidemiológica local, ampliar la formación de profesionales de la salud y fomentar la colaboración regional serán esenciales para responder con agilidad a la próxima emergencia global.